Yo no quiero ser pesimista o amargado, pero me parece que con el tema de la delincuencia, cada vez más violenta, entramos en un camino sin retorno. Y no hablo de la violencia en el norte, derivada del esquema narco de dominación ya indisimulada.
Hablo de la violencia diaria, la pequeña, la que afecta a cualquier ciudadano cuando se baja del colectivo, para llegar a su colectivo, luego de trabajar por lo menos 8 horas, 10 o 12 horas (y no las 6 que quieren los seudo nobles funcionarios del congreso).
Hablo de la situación que todos vivimos, cuando escuchamos una moto y un sudor frío te corre por la espalda (¿frenó?¿siguió? ¿será un motochorro?). Hablo de la sensación de angustia cuando tus hijos te dicen que tienen que ir a tal o cual lado y vos no podés llevarlos.
Hablo de la sensación de impotencia, de sentirte a la buena de Dios, a esperar a que todo te salga bien y que solo se lleven el dinero, que no se pongan nerviosos, que el dedo no oprima el gatillo o te claven por las dudas.
Ante eso, la gente comienza a defenderse. Gatillo fácil o autodefensa, creo que esta será una discusión que tendremos varias veces en los próximos años.
En el este, en algo que hasta podría ser risueño si no fuera preocupante, un grupo de vecinos organizados agarró a un ladrón, le hizo un “ablande” y como justo pasaba un mandioquero, lo pararon, le pidieron una bolsa, siguieron con el proceso de “concientización física” y luego, en el propio motocarro del mandioquero, lo llevaron hasta la comisaría (que no tenía móvil).
¿Las autoridades? Bien, gracias. El ministro del Interior se llamó a silencio después de las declaraciones de Pavão. ¿Nadie lo vio? Autodefensa y motochorros cada vez más violentos ¿y el hombre no tiene nada para decir?
Ya les conté la vez pasada la anécdota del sapo que se queda en una olla de agua hirviendo hasta que se muere. Sinceramente, creo que así terminaremos. No sé dentro de cuanto, pero así será, si seguimos así. Croac, croac, croac...