Antes de fin de año fui junto al herrero de mi barrio, tenía un importante trabajo para encargarle (se me desfondó mi parrilla y era necesario un parche). Le pregunté cómo iba el negocio: “Mal, octubre y noviembre fueron malos y este diciembre igual... el año pasado no daba abasto y rechazaba trabajo”. Algo similar me dijo el que me lleva el gas y estoy seguro que ustedes tendrán muchas anécdotas similares para contar.
Confieso mi ignorancia en temas económicos (extendible a cualquier área del conocimiento) pero siempre me asombra esa famosa frase: “la macroeconomía está bien, pero ahora falta que eso se traduzca en el bien de la mayoría”. El Paraguay es bien visto “para inversiones extranjeras”, pero eso nunca se traduce en una mejoría general.
Tampoco se ven mejoras en los servicios: el Aedes nos tiene a su merced y la ya sabida y anunciada inundación nos sumió en la misma improvisación de siempre. Paraguay es pródigo y rico, pero más rico aún es en incoherencias: un sector de la ciudad está creciendo a un ritmo vertiginoso y de primer mundo, como dicen los proyectistas e ingenieros de las obras, pero en otro sector de la ciudad las casas se inundan.
Presumimos que esos grandes y modernos edificios tendrán agua potable, pero un tradicional barrio como Sajonia está sin agua desde antes de fin de año y la solución, veremos. ¿Y las necesidades de energía? Siguen siendo frecuentes los cortes de ANDE... ¿qué pasará cuando estos monstruos comiencen a operar? La improvisación parece ganarnos siempre y somos expertos en ir remendando los agujeros que nosotros mismos vamos generando.
A un mes escaso de comenzar las clases, he pasado por varias instituciones educativas y están cerradas, no se ve trabajo de mantenimiento, limpieza, pintura. Me imagino que, como siempre, comenzaremos el año lectivo con rajaduras, humedades y etcéteras. Más o menos como siempre.