Entiendo muchas cosas. Entiendo, por ejemplo, que un año tiene doce meses. También entiendo que los peces tienen escamas y que un gol es gol cuando la pelota traspasa completamente la línea de sentencia del arco. Entiendo que las telenovelas turcas se pusieron de moda y hace poco entendí que Fatmagül era en realidad mujer y no varón.
Lo que no puedo entender son dos escenas que presencié y que tienen como protagonistas a motociclistas.
La primera fue hace como dos años. A bordo de una moto iba una pareja. Él manejaba y ella iba en la parte trasera. Cuando pasaron frente a mí, me percaté de que en medio de ambos iba un bebé. La mujer, como si estuviera en la comodidad de su casa, iba amamantando a la criatura sin importarle el peligro que ya representa llevar así a una personita de tan corta edad. No usaba casco: con un brazo sujetaba a su hijo y con la otra se atajaba del asiento.
El otro episodio fue ayer nomás, en San Lorenzo, a pocas cuadras de donde había presenciado el amamantamiento sobre dos ruedas. Iban dos chicas, algo lindas por cierto. No portaban cascos. La que hacía de conductora soltó el manubrio para degustar la ensalada de frutas que le estaba convidando su compañera de viaje.
Desafiar a la muerte se ha convertido en una insana costumbre a bordo de este medio de transporte. En promedio, unas 700 personas mueren cada año en accidentes de motos. En 2002, la cifra no llegaba ni a 20. Hoy adquirir una motocicleta cuesta menos que una Pilsen’i, pues por 1.000 guaraníes ya te la dan. Obviamente, pagás la diferencia en cómodas cuotas.
Algunas comisarías se convirtieron en cementerios de motos, producto del decomiso por infracciones. Los dueños prefieren comprar una nueva antes que pagar la multa: les sale más barato. Entiendo que se trata de un vehículo económico y que ayuda en la labor diaria de muchos compatriotas. Entiendo que hay ensambladoras de nuestro país que producen más de 100.000 motos por año y que dan trabajo a más de 5.000 personas. Lo que no entiendo es la inconsciencia de muchos motoqueiros a la hora de conducir. Ya tú sabes.