@feryirobles Las movilizaciones estudiantiles del año pasado se habían iniciado de la mano de los secundarios, que con unas cuantas sentatas alzaron la voz contra el Ministerio de Educación, exigiendo mejorar el sistema. Tras una histórica marcha, levantaron la medida bajo promesas.
A más de un mes del inicio del año escolar, esas promesas siguen en donde quedaron. La primera reunión mensual se llenó de explicaciones absurdas que no resolvieron nada de lo que los alumnos pidieron. Todavía no les asusta que tan exigentes pueden ser.
Sus exigencias son mínimas frente a la enorme falencia del sistema educativo. Piden textos de matemáticas, lengua e historia, para apenas completar el esquema; y encima, la ministra Marta Lafuente se atreve a decir que nunca se comprometió a entregar los textos.
Alguien le tendría que avisar que ese es su trabajo, administrar y proveer todo lo que sea necesario para que los alumnos del país puedan aprender. Se excusa de no tener presupuesto, y sus preocupaciones llegaron un poco tarde. La licitación para proveer a los estudiantes de estos tres libros se hicieron en diciembre, cuando ya no habían clases, y vendrán cuando ya están a mitad.
Entregar estos textos fundamentales recién a mitad de año no tiene sentido y es una forma de que los jóvenes reciban otro año de educación mediocre e inadecuada. La mesa de diálogo para la reforma educativa quedó en la nada y las autoridades respondieron que se retomaría “en algún momento” de marzo.
Esa misma respuesta tienen ahora de parte de los alumnos, porque retomaron las sentatas para que “en algún momento” puedan ver lo exigentes que son, y aunque logren sus objetivos no pararán con la lucha hasta concretar la educación digna y de calidad, con docentes adecuadamente formados, aulas en buenas condiciones edilicias, con ventiladores, bancos, sillas, bibliotecas y laboratorios; almuerzo, merienda o cena escolar, y que llegue a cada estudiante de la república.