El sábado ocho militares, miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), fueron asesinados cobardemente por los criminales del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Los humildes uniformados fueron víctimas de una emboscada, en la cual no tuvieron la oportunidad de reaccionar, por el despiadado ataque y el precario vehículo en el cual se desplazaban.
Luego del criminal hecho el presidente Horacio Cartes rompió el silencio habitual, por lo menos frente a las cámaras, para dar un intento de arenga a los militares, que al fin y al cabo no servirá de nada. Luego del terrible crimen salieron los buitres de siempre a echarse la culpa mutuamente. Los oficialistas apuntan a la oposición como los “padres” del EPP y viceversa, lamentable la cortina de humo que los dos bandos usan para no admitir la responsabilidad compartida.
Tal vez no sirva de mucho hablar del pasado, pero si buscamos culpables no podemos dejar de mencionar a los distintos gobiernos que pasaron en las últimas décadas, los mismos que abandonaron a Concepción.
Y algunos pocos habitantes se cansaron de tanta desigualdad social, se alimentaron del odio e ideas retorcidos para formar este grupo que actualmente causa zozobra. ¿Existiría el EPP si en el norte del país hubiera igualdad? Es una pregunta que no busca justificar nada, pero que queda latente.
Lo cierto y lo concreto es que estos criminales, ocultos detrás de ideas políticas, deben ser detenidos lo antes posible. Y una vez más el Gobierno de Horacio Cartes no hace mucho para solucionar el problema.
La última declaración emitida sobre el caso fue de Javier Zacarías Irún, quien desde Mburuvicha Róga alegó más falacias. “Estamos pisando los talones al EPP”, señaló el colorado, repitiendo la nefasta frase del exministro del Interior, Carlos Filizzola, criticado en su momento por su inoperancia. Señores políticos, este momento es crítico y requiere de acciones firmes y no de discursos baratos. ¡Basta ya de tantas mentiras!