29 mar. 2024

Antes de irte

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Carlos Franco

En nuestro país la mayoría de las personas cree en diferentes religiones, que indican que después de la muerte se inicia una nueva etapa de la vida, en la cual si sos bueno vas al cielo y si sos malo vas al infierno. Yo respeto todas las creencias, pero me autodefino como pesimista en ese sentido, sinceramente considero que cuando el cuerpo deja de funcionar te llegó tu hora y fin de la historia. Y creas o no en el cielo lo que nos pasa a todos es que nuestros cuerpos serán enterrados cuando nuestros corazones dejen de latir.

Pero la ciencia y la medicina hace años encontraron una forma en la cual un ser humano puede ayudar a su semejante que lo necesita para seguir con vida: a través de la donación de órganos, tema que generó un gran debate luego de la promulgación de la Ley Anita, que determina la inscripción automática de los mayores de 18 años como donantes de órganos, a excepción de una constancia de su negativa.

Para rebobinar ¿Mba’e la donación de órganos? Consiste en la remoción de los órganos del cuerpo de una persona que ha muerto recientemente o de un donante vivo, con el propósito de realizar un trasplante para que otro ser humano que lo requiera pueda salvar y mejorar su calidad de vida. O sea que es realizada solo a personas que ya no respiran o que hayan decidido donar parte de su cuerpo para ayudar a un semejante.

¿Existe una mayor muestra de humanidad? Pero, lamentablemente muchas personas no piensan lo mismo. Según pude leer algunos comentarios y escuchar diferentes opiniones, muchos ven a la donación de órganos y la Ley Anita como una especie de imposición de parte del Gobierno. Otros “no quieren ser carneados” o creen que las partes de sus cuerpos serán traficadas, entre otras ideas que rozan el disparate.

Ojalá cambien de opinión y no cometan la estupidez de ir a una escribana a dejar constancia de que no quieren ser donantes. ¿Qué pasará si te negás a ser donante y el día de mañana vos lo necesitás? Pensalo, informate y no caigas en el irracional egoísmo. Antes de irte de este mundo, al cielo, al infierno o a donde quieras, podés dar una mano a quien lo necesita.