
En una ronda de tereré con amigos uno de ellos me comentó muy contento que luego de una larga búsqueda le ofrecieron un nuevo puesto de trabajo en una importante empresa, en la cual le pagarán muy bien y además le ofrecen los beneficios que todo trabajador merece.
Pero lo negativo, por así decirlo, es que su nuevo lugar de trabajo está ubicado en la periferia del microcentro de Asunción. Le queda cerca, pues mi amigo vive en Lambaré, muy cerca de la Terminal de Ómnibus de Asunción, pero al mismo tiempo es lejos, teniendo en cuenta que deberá viajar en colectivo en horarios pico y eso representa que deberá pasar un par de horas dentro de los ómnibus diariamente.
Preocupado realizó el siguiente cálculo: ir y venir del microcentro de Asunción le tomará como mínimo dos horas en micro por día, es decir 12 horas a la semana. Siguiendo con los números y ya con la ayuda de la calculadora llegamos a la conclusión de que deberá pasar cerca de 50 horas al mes dentro de los colectivos.
A pesar del mencionado inconveniente de transporte mi amigo aceptó el nuevo trabajo que le ofrecieron. Este es uno de los millones de casos de paraguayos que deben invertir un considerable tiempo de sus vidas para movilizarse a sus lugares de trabajo o estudio.
El transporte público brinda un servicio deficiente. Los micros de las diferentes empresas no cuentan con horarios fijos en los cuales pasarán por determinados lugares, siguen vigentes las sardinas chatarras y luego de las 22:00 debés tener mucha suerte si volvés a tu casa en colectivo.
Todo esto sumado al caos vehicular en Asunción y alrededores. Las avenidas están abarrotadas de vehículos y no existen caminos alternativos. El Gobierno intentó parchar el problema con buses con aire y las paradas obligatorias, que no son suficientes.
Es una pena, pero es cierto. Mientras no existan soluciones reales al problema la ciudadanía seguirá perdiendo su tiempo, que sumando se convierte en años, estresándose en los colectivos.