El analfabetismo emocional hace referencia a la incapacidad para manejar nuestras emociones y comprender las emociones de los demás. Son muchas las personas que sufren de este mal. Son hábiles en el dominio de competencias, disponen de títulos y maestrías, pero hacen la misma gestión emocional que un niño. Ese aprendizaje no viene de fábrica y es una asignatura pendiente a la que deberíamos dedicar más recursos. Considero que los analfabetos emocionales posiblemente han existido desde siempre y, por desgracia, con mucha probabilidad continuarán existiendo.
De las emociones no se huye, se encaran para saber qué quieren decirnos. Es un modo sensacional de autoconocimiento que nos dota de fortalezas. No despreciemos la necesidad de estar «al día» en materia de emociones. Atendamos a esos mundos interiores para saber reconocer, expresar, gestionar y transformar esos sentimientos, para que fluyan siempre a nuestro favor.