@feryirobles Hoy se cumple el primer aniversario de la visita del papa Francisco a nuestro país, y la mayoría de los paraguayos seguimos sintiendo las mismas emociones al recordar esos maravillosos días, en donde todo era hermoso. Recuerdo que al amanecer de aquel viernes que llegaba Francisco, salí rumbo al aeropuerto para transmitir lo que ya se estaba viviendo desde ese lugar. Ya por el camino se me hacía un nudo en la garganta al ver cómo se preparó Asunción para su llegada.
Todo estaba limpio, arreglado, habían policías y bomberos en cada esquina, banderines, globos y muchos colores. Mientras más nos acercábamos, veíamos miradas llenas de esperanzas y sonrisas cargadas de alegrías. Casi 12 horas después, por fin aterrizó el Airbus 330, y comenzó la historia que cambió al Paraguay.
Sin entrar en lo religioso, los mensajes de aliento y esperanza que dejó Francisco nos llegó a todos. El impacto social de su visita no es tan complicado de analizar; tal vez nunca sepa si trata de fe, o simplemente de emociones colectivas. Pero estoy segura que cada una de sus palabras impulsó a muchos a empezar la trasformación de nuestro país.
Los cambios empezaron inmediatamente, y a 12 meses todavía se puede sentir sus efectos. Solo dos meses después, los jóvenes hicieron honor a la recomendación del papa de hacer lío, y se levantaron contra la corrupción, al igual que muchos otros sectores que lucharon por sus reivindicaciones. Cambió la conciencia de muchos.
Pero no todo es color de rosa, con el pasar de los meses ese Paraguay de hace un año se está desmaquillando. Ya no hay adornos y colores, y casi no quedan sonrisas. Sufre de vuelta los golpes de la corrupción e inoperancia de las autoridades.