La sacrificada vida de una docente rural se refleja en la profe Sonia Caballero, quien todos los días y desde tempranas horas de la mañana se levanta para recoger con una canoa a sus alumnos para que vayan a rendir en la escuela de la compañía Ciervo Blanco, distrito de San Juan Bautista, departamento de Ñeembucú.
“El camino está totalmente inundado y se torna muy peligroso para los niños y para los adultos también”, contó Caballero.
La profesora mencionó que desde hace tiempo viene enfrentando esta situación, por la crecida del río Tebicuary. Anteriormente, la gente se movilizaba a caballo, pero ahora se vuelve más peligroso porque varios puentes están inundadas y corren el riesgo de caer en barrancos.
De esta forma tienen que vivir cada año los pobladores. Es por eso que muchas personas se mudaron y actualmente la escuelita solo tiene 3 alumnos en la institución educativa.
“Tengo escueleros del tercer y cuarto grados. Los demás se fueron a Alberdi, Misiones”, contó la maestra.
La profesional relató que hay una constante comunicación con los padres de los chicos, por lo que ella sabe el horario en que debe pasar a buscarlos con canoa y, cuando terminan las clases, les alza para acercarlos nuevamente a sus hogares.