En plena madrugada y como si fuera zona liberada, un grupo de narcos armados hasta los dientes descargó una lluvia de balas y molotov contra una subcomisaría de madera en Ybyrarobaná, Canindeyú. ¡Por suerte no hubo heridos!
La Subcomisaría 10ª, enclavada en una zona roja donde el narco manda y el miedo reina, fue blanco de un ataque tipo comando.
Los malandros usaron fusiles de guerra y bombas molotov para atacar a tiros la precaria estructura policial, que no tenía ni un solo agente adentro porque estaban patrullando por el barrio ndaje.
Los vecinos escucharon los disparos, pero reina la ley del silencio.
Luego del ataque, la Policía desplegó a sus hombres: patrulleras, tácticos y criminalística en la zona buscando pistas sobre quiénes atentaron contra la subcomisaría.
En el sitio se encontraron una bolsita blanca que tenía papeles con el logo del EPP y tambien varias vainillas de proyectiles calibre 5.56 en el suelo, frente al portón y a varios metros de la subcomisaría.
“Los autores (tres hombres) huyeron rapidamente del lugar. Nadie resultó herido,” afirmó un suboficial que participó del operativo. El hecho fue comunicado al fiscal de turno, Abg. Kleyder Velázquez.
El distrito es zona de marihuaneros liderado por el prófugo y su grupo criminal, Felipe Acosta, alias Macho. Y al parecer ahora se suma el EPP.
Este violento episodio volvió a dejar al descubierto la cruda realidad del norte del país, donde el narco impone sus reglas a punta de metralla y la precariedad de la seguridad.