El cuerpo de José Augusto Galeano Mendoza (47) fue recibido por sus familiares, en Guarambaré, en medio de una profunda tristeza, por la confusa manera en que falleció.
El compatriota residía en Argentina hace 20 años, donde trabajaba como albañil. Creó una pequeña empresa del rubro de la construcción y vivía bien con su familia, en Neuquén.
La tragedia ocurrió en la noche del 18 de noviembre cuando José Augusto llegó al Hospital Dr. Horacio Heller pidiendo ayuda, ya que estaba sufriendo un ataque de pánico.
Tenía un cuchillo
Según los medios locales, José Augusto llegó al servicio de Urgencias en un evidente estado de desesperación y con un cuchillo en la mano.
Los testigos aseguran que jamás intentó herir a nadie y que lo único que decía era: “No puedo respirar” y pedía su medicación. Sin embargo, los guardias y policías lo redujeron y lo sacaron del hospital a la fuerza.
Un video que salió a la luz días después muestra a cuatro policías sacando a José boca abajo; dos lo tomaron del pelo y un brazo, y los otros dos de las piernas.
En el sector de ambulancias, tiraron a José al piso. Un policía apoyó la rodilla en su pecho, mientras otro le dio una patada en la cabeza.
Dudoso informe
El compatriota quedó inconsciente y fue ingresado nuevamente al hospital en una camilla. Los médicos le realizaron maniobras de reanimación durante una hora, pero ya nada se pudo hacer.
El reporte policial inicial decía que el compatriota sufrió un paro cardíaco. Sin embargo, la prensa de Neuquén accedió a videos y varios testimonios que señalan a los policías como posibles responsables.
Más tarde, el diagnóstico forense indicó que José Augusto presentaba un “trauma cerrado de tórax grave”, es decir, señales de un golpe brutal en el pecho.
Apartaron del cargo a cuatro policías
El Ministerio Público de Neuquén apartó del cargo a cuatro policías involucrados, mientras se realiza la investigación.
Wildo, hermano de la víctima, señaló a LM Neuquén que no confían en las autoridades y que el fiscal no le garantizó que harían autopsia, a pesar de los evidentes golpes. La esposa, Débora Olguín, dijo que José no era violento y que seguía tratamiento en el hospital donde acudió.