Ikuerái del robo de focos en su barrio y craneó una solución; luego compartió en sus redes su invento antimalevos.
“Chau cheski, chau chespi. Adiós 5 mil’i”, decía el comerciante Arturo Rubén Ojeda, mientras mostraba los artefactos de luz encadenados y candadeados (ver foto)
“O pierden ellos o pierdo yo”, he’i voi refiriéndose a que si quitan el foco se romperá y a ninguno le servirá.
Él responsabiliza de los saqueos a las personas con adicción a las drogas. “Ellos venden a G. 5 mil’i para conseguir su crack y ‘arrancar’, como ellos le dicen”, dijo a EXTRA.
Todos los vecinos del barrio Bernardino Caballero, de Caaguazú, ya fueron víctimas de los chespis, según el trabajador.
Tanta es la necesidad de consumo, que esperan entrada la noche para llevar parte de la señalización de las rutas. “Hasta esos caños llevan a las herrerías y compran por el galvanizado que tiene”, lamentó.
Enrejan aires
Ya que nada se salva de los vizcacheros, los vecinos van buscando la manera de chulear los robos.
“Acá los que tienen aire le ponen rejas con candado al compresor. Incluso algunos van más allá y pelan filamentos de cable para que tengan una descarga eléctrica. Yo no me animo a tanto. Son seres humanos también y por un 5 mil’i no vale la pena llegar a eso”, analizó.
También comentó que los robos de celulares disminuyeron por la cantidad de Linces que recorren pero que los robos menores aumentaron.
“No pueden estar mucho tiempo encerrados por lo que muy rápido salen otra vez y vuelven a lo mismo. Con decirte que se llevan mandioca y ni las gallinas se salvan”, remató Arturo, con impotencia.
Derriten cable
“En obras también entran y llevan los cables. El cobre venden y el cable derriten y mezclan con el crack y eso genera una masa más, eso potencia con el olor a la droga. Hace poco se llevaron de una obra un montón de cable, cemento, carretilla del vecino”, dijo.