A pesar de estar casados en lo civil y tener un hijo de 4 años juntos, Lorena y Roberto tienen un matrimonio con “cama afuera”.
El señor explicó que hace 15 años su esposa anterior se fue a España. La relación se enfrió, ella encontró una nueva pareja y decidieron divorciarse.
Mucho tiempo después, Roberto, de 56 años, conoció a Lorena, de 43. Se enamoraron, ella quedó embarazada y decidieron casarse en una sencilla ceremonia.
Ambos tienen su casa propia, ella en Luque y él en Ñemby, por lo que no viven juntos.
“Vivimos en casa separadas porque estamos acostumbrados, cada uno en su rutina, su tiempo y con sus cosas. Yo (Roberto) tengo dos hijos grandes con mi ex y prefiero quedarme con ellos en nuestra casa”, detalló.
Roberto contó que en un momento hablaron de vivir juntos, pero no funcionó porque cada uno tiene sus mañas y es más difícil la convivencia con la familia ensamblada.
El matrimonio se junta solamente los fines de semana, he’i.
Rutina la tema
Según expertos, los matrimonios “con cama afuera” son más frecuentes de lo que pensamos y explican por qué ocurre.
La psicóloga Yeny Lugo mencionó que uno de los motivos es porque algunas parejas no quieren que la rutina desgaste el amor.
También es frecuente en parejas que van por su segundo o tercer matrimonio, donde ya existen hijos de por medio y una mudanza o cambios de planes puede generar muchos conflictos.
Lo laboral también puede influir en que los esposos vivan en diferentes lugares.
Explicó que, por ejemplo, que en policías, militares o trabajadores que viajan mucho es habitual que el encuentro en el matrimonio se dé cada 15 días o después de un mes. Cuando uno de los dos vive con sus padres ancianos y no quieren dejarlos o traer a alguien en la casa también ocurre el “matrimonio a distancia”.
“Para que este tipo de relación funcione es importante que haya mucha confianza”, señaló Lugo.
Las parejas que viven en casas separadas generalmente ya no son tan jóvenes, observó.