29 mar. 2024

Mamá de 10 hijos: “Hacemos guiso, la carne ahora es oro”

El tallarín se convirtió en el nuevo “asado” y solo los domingos. Una olla popular hasta vende ropas para seguir en pie.

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Sirven 200 platos dos veces por semana. Ya no hay donaciones y el Gobierno les olvida.

Comunidad Carmen Soler

Genara Bogado (54) de Limpio tiene 10 hijos, los cinco más chicos y dos más grandes viven con ella.

Se considera una mamá “maga” que encuentra la manera para que no falte el alimento con la suba de los precios.

Los platos que hoy puede preparar son el “fideo kesu, arroz con papa, y el pollo, alita o puchero de pollo ya no usa, todo está caro.

Mencionó que a veces los niños piden carne. Los domingos tratan de hacer tallarín que es el gran ausente últimamente.

“No te puedo decir que estábamos comiendo asado. Dos hijos míos son albañiles y el fideo kesu no es para ellos, tienen que comer bien”, dijo.

Cuestionó al Gobierno que “no se preocupa por los pobres”. Afirmó que se veía venir esto desde que subió el combustible.

Cocido negro

Bogado compra 2,5 kilos de galleta por día. Antes hacía tortilla, pireca y reviro de 1,5 kilos de harina y ahora hace de solo un kilo.

“Cuando no tengo galleta, hago pireca para que coman con su cocido, antes era cocido con leche y ahora es cocido negro”, comentó.

Sostuvo que es muchísimo alimentar a cinco niños porque tienen que desayunar a hora para ir a la escuela, además de la luz y el agua.

“Cuando tenemos platita, lo que nos sale más barato es la carnacita que se vende por acá y hacemos guisito. La carne ahora es oro”, afirmó.

Venden ropas

La olla popular de la comunidad Carmen Soler de Limpio ahora entrega platos de comida solamente dos días a la semana.

Los G. 200.000 que recibe semanalmente de la iglesia alcanzan para cuatro kilos de carne y es imposible alimentar así a 200 personas.

“Nos queda un poco de carne de soja de las últimas donaciones, mezclamos con algo de carne que es saborizante nomás ya”, añadió Alicia Gómez.

Disminuyeron las ayudas del estado y de los donantes particulares, entonces hacen actividades como venta de ropas.

“El poroto lo que suele salvarnos todavía, si bien no es barato, rinde. El puchero de pollo se pica y se hace un guiso”, dijo.