A sus 45 años de vida, Zuni Brítez puede decir a medias “misión cumplida” al tener un título universitario. Pero para poder hacerlo, tuvo que remarla muchísimo.
Actualmente es limpiadora de una empresa tercerizada y hace tres años está designada al Hospital de Ingavi de IPS.
Tuvo que madurar muy rápido, ya que a los 17 años se quedó embarazada y dejó su pasantía como contadora para trabajar y dar el sustento a su hijito. El papá viajó a España y ella quedó luchando sola.
“Le quise dar un hogar a mi hijo, como el que yo no tuve, ya que mi familia es un poco complicada también y fue ahí mi error”, recordó Zuni.
Su pareja resultó ser muy violento y, por 19 años, ella estuvo atrapada en un círculo del cual no podía salir, ya que no tenía apoyo de su familia, hasta que comenzó a escuchar los consejos de otras personas que le decían que no es la forma que debía vivir.
Acudió a Ciudad Mujer y recibió contención psicológica. Fue así que con ayuda pudo romper las cadenas de la violencia, pero su lucha no terminó allí. Su viaje para dar de comer a sus cinco hijos comenzó sola.
Por muchos años trabajó de moza, pero tuvo que dejar para poder estudiar. “Una pareja, ya grande me dijo una vez: sos muy guapa, tenés que volver a estudiar. Ese fue el empujoncito que necesitaba”, recuerda con orgullo.
Así terminó la secundaria en el Colegio Nacional de San Lorenzo. Luego, tomó la decisión de estudiar en la facultad la carrera de Fisioterapia. Tuvo que dejar su oficio de mesera.
Corpía patios baldíos, usaba desmalezadoras, motosierras, subía árboles. Llegó a hacer pizza casera que los repartía en su moto, todo por llegar a esa meta: terminar la facultad.
Después de un poco más de cinco años, se dio su sueño tan anhelado. Ahora con título en una mano y en la otra una escoba, porque no puede aún conseguir trabajo de lo que estudió.
“A veces me toca limpiar el área de Traumatología y veo a mis colegas haciendo su trabajo y me duele estar del otro lado todavía, pero sé que algún día se va a dar. Ahora, desde el lugar donde me toca estar, trato de ponerle alegría y buena onda”, dijo la admirable mujer.
Indicó que su pasión es trabajar con los adultos mayores y personas que hayan sufrido ACV. “Para mí los abuelitos, los adultos son como algo sagrado por ahí. No todos quieren trabajar con ellos, hay que tener un don cristiano para eso”, opinó.
Si tenés algún pariente que necesita rehabilitación, podés contactarte con Zuni Britez. (0993) 333-907.