Un llamativo oratorio construido en el 1920 al costado de la Ruta I “Mariscal Francisco Solano López” da la bienvenida a los visitantes de Carapeguá, distrito de Paraguarí.
En el recinto se encuentra el centro de la fe de todo un pueblo: la imagen de San Blas pintada sobre madera y que, a pesar del tiempo, aún mantiene sus vivos colores.
Según la historia, el cuadro fue hallado en una rústica maleta de cuero, en un solitario paraje de Taperé Cocué, en la compañía Aguai’y.
La fecha del hallazgo sería en el siglo XVIII, en plena época colonial. La imagen vivió mucho tiempo en la quietud del nicho familiar de su antigua dueña, Andrea Colmán. Pero su existencia llegó a ser conocida poco a poco, primero por los vecinos y más tarde por los demás pobladores de la ciudad, a través de los grandes milagros que se le atribuían.
HUIDA
De acuerdo al escrito que dejó una devota de la localidad, Salustiana Lezcano Bentos, la llegada de la Guerra de la Triple Alianza obligó a doña Andrea a abandonar Taperé Cocué.
“El luto, el llanto y la soledad iban extendiéndose por todos los ámbitos del país. A medida que los sufrimientos crecían y los abatidos hombres necesitaban del sustento espiritual de alguna esperanza para el alivio de sus padecimientos, la imagen de San Blas se convirtió en el centro de una fe viva”, dice parte del escrito.
Fue así como la imagen acompañó a la familia en la huida, yendo a parar a Villarrica, donde estuvo cinco años, posteriormente regresó al citado distrito de Paraguarí.
Después de la muerte de la antigua dueña, el cuadro recorrió de mano en mano, hasta que la familia Páez-Sánchez se hizo cargo y construyó el oratorio que hasta hoy día permanece en la ciudad.