La senadora Kattya González pidió ayer al presidente del Senado que le coloquen el cartelito con el 108 en su oficina.
Es el número que el liberal Dionisio Amarilla supuestamente rechazó el lunes, dejándolo en 10.
“Teniendo en cuenta el nivel de simbolismo preocupante que representa este rechazo, acá tenemos que resignificar la memoria en reconocimiento de personas que, justamente por su orientación sexual, fueron perseguidas y discriminadas durante la dictadura stronista”, dijo a radio Monumental.
Contó que el periodo reciente, cuando fue diputada, ella tenía esa numeración en su despacho. “Pasó algo parecido, nadie quería esa oficina. Hoy también lo tiene Raulito Benítez, que es el diputado de la Alianza Encuentro Nacional”, siguió.
“No pagamos impuestos para que una legisladora ande alterando la numeración de las oficinas por exhibicionismo político. Que se mude de oficina si lo consiente quien ocupa la número 108"
“Muchas personas lucharon por nuestras libertades para que hoy una manga de cavernícolas venga a intentar opacar esa lucha que tenemos que honrar”, tiroteó.
Carolina Robledo, de la organización Aireana, que integra la Coalición TLBGI del Paraguay, opinó al respecto: “Me parece muy bien que en este caso la senadora haya sacado el contexto real y por qué se reivindica este número”.
En las marchas de la comunidad gay no suelen faltar las alusiones al 108.
“Ese número recuerda la persecución sangrienta hacia homosexuales (...) Viene del año 1959 la cuestión de poner el 108 como algo ridículo, negativo o perverso. En esa época no había chapas con esa numeración ni hoteles con ese número de habitación”, indicó.
Hoy se reunirán las organizaciones coaliadas y uno de los temas a tratar será esto que ocurrió en el Senado. “Digamos que este nivel de debate de los políticos se veía venir, hay un nivel muy bajo”, expresó Robledo.