En un intento desesperado por combatir la constante ola de robos de focos, un comerciante local en el barrio Villa Armando de la ciudad de Concepción ha decidido tomar medidas extremas para proteger su propiedad.
Harto de los recurrentes incidentes, el dueño de la carnicería Koko optó por una solución práctica: colocar rejas a los reflectores que iluminan su local comercial.
La decisión fue motivada por experiencias previas en las que los ladrones, especialmente jóvenes delincuentes, tapaban la visión de las cámaras de seguridad y se llevaban los focos, presumiblemente con la intención de venderlos después comprar drogas.
Este llamativo enfoque de seguridad se ha convertido en tema de conversación en la comunidad, destacando la creatividad y los pedidos a los herreros para hacer algo similar están en marcha.
Sin castigo
Los robos de este tipo, comúnmente conocidos como “bagatelarios” ocurren todos los días.
Los comerciantes saben quiénes son los chicos que roban a diario los focos y los venden por monedas. Una familia llegó a comprar 3 focos en menos de un mes.
El barrio espera que esta iniciativa sirva de ejemplo para otros comerciantes, ya que la localidad se llenó de chespiceros, que no perdonan nada.
La comunidad pondera la astucia de este comerciante en la lucha contra la delincuencia.
Una medida parecida se tomó en el barrio Bernardino Caballero de Caaguazú, pero con cadenas.
“Acá los que tienen aire (acondicionado) le ponen rejas con candado al compresor”, había dicho a EXTRA Arturo Ojeda.