
Richard Iván Garayo es un niño con múltiples discapacidades físicas de nacimiento, que lucha día a día en el asentamiento 26 de Diciembre de Yuty, Caazapá, en medio de grandes necesidades económicas. Adriano Garayo, su papá, trabaja en la chacra cultivando mandioca, batata, maíz, poroto y otros productos que luego los vende para el alimento y los medicamentos diarios de su pequeño de 10 años.
“El cuidado de mi niño no es fácil, él no puede comer nada sólido. Toma una leche especial y mucho jugo. A veces no tenemos para la leche porque toma varios biberones al día y su mamá se encarga de masticar las comidas para después darle”, explicó el yuteño.
Richard no puede caminar. No escucha. No habla. “Por 10 años tuvimos que hacer de todo para poder trasladarlo al hospital de Encarnación o Ciudad del Este, cuando él se ponía muy mal. Prestamos el motocarro de mi vecino, pero varias veces mi esposa llevó a mi hijo en brazo hasta el centro de salud”, recordó a continuación el padre.
Donación
De pequeño, Richard asistía a la escuelita del Hospital de Caazapá, donde recibía asistencia de profesionales para el desarrollo de sus capacidades, pero los problemas económicos de la familia impidieron que pueda seguir asistiendo.
La semana pasada, la Gobernación y la Secretaría Nacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad (Senadis) donaron a la familia del chico una silla de ruedas. “Él estaba aprendiendo muchas cosas, pero ya no podíamos llevarle, es muy difícil para nosotros trasladarlo. Ahora que tiene la silla podrá retomar sus clases, demasiado contento está porque podemos sacar a pasearle”, expresó don Adriano.
El hombre lamentó el alto índice de pobreza que azota a la ciudad y la falta de medicamentos e insumos en los centros asistenciales. “Cuando mi hijo estuvo internado, vendimos nuestros últimas chanchos y gallinas. Hay mucha necesidad”, dijo Adriano.