En la Comisaría 54 de Lote Guazú, en San Lorenzo, hace cinco meses que un nuevo “agente” anda patrullando el predio... pero con plumas. Se trata de un gallo que un día apareció sin aviso y, desde entonces, se convirtió en la estrella del lugar.
Según contó a EXTRA el comisario Fredy Coronel, el ave llegó caminando como si nada, revisando los alrededores. Los primeros días le dieron galleta ku’i, pero después el propio jefe decidió adoptarlo oficialmente y empezó a comprarle maíz.
“Desde ahí, el gallo ya no se mueve más de siete metros de la comisaría”, comentó.
Para dormir, eligió un rincón muy especial. Cada noche, se acomoda sobre el nicho donde estaba la imagen de la Virgen de Santa Rosa.
“Nadie sabe de dónde vino. Puede que se haya escapado o capaz algún “chespi” lo soltó después de robarlo”, contó entre risas.
Pero de lo que si está seguro, es que el gallo ya forma parte de la rutina policial. Canta todos los días a las 11 de la mañana, a la 1 y a las 3 de la madrugada, despertando a más de un agente.
“Ese gallo ya es parte del inventario. Tienen prohibido hacerle tallarín o les va a valer su traslado”, dijo entre risas, dejando en claro que el coco-coco está más protegido que varios uniformados.
El nuevo subjefe
Aunque todavía no tiene nombre oficial, ya lo tratan como el “subjefe”. Es manso, no picotea a nadie, pero sí deja sus travesuras. “Una vez entró a la guardia y dejó un “regalito” en el piso. Todos se quedaron mirándole. Así que cada tanto toca limpiar los desastres que hace”, señaló.
El comisario comentó que además del gallo, suelen tener otras visitas como perros y un michi al que bautizaron Raúl por su maullido raro.
Con el gallo y el gato, el cuartel ya parece una mini granja, pero todos están de acuerdo en que el gallo policía ya es el nuevo dueño del lugar.