Doña Lucía, del barrio Santa Librada de Coronel Bogado, departamento de Itapúa, fue denunciada por su vecina por cintarear a un adolescente adicto que le robó sus sillones.
La señora, quien es despensera, manifestó que este muchacho acudía todos los días a su negocio a pedir fiado cigarrillos y otros vicios. Como nunca pagó su deuda, le dijo que ya no podía darle mercaderías.
“Le dije que me pida nomás que le regale y, de vez en cuando, cuando esté de humor, le iba a dar”, dijo la señora en contacto con Radio Santa Clara.
El muchacho aceptó y se retiró. Así un par de veces le regaló cigarrillos, dulces y otras cositas. Sin embargo, en una ocasión, a pesar de que la señora le dijo que no, el adolescente de 16 años fue muy insistente. La doña le retó y le pidió que no vuelva a molestarla.
Al siguiente día desapareció un juego de sillones que tenía en su patio. “Me encontré con él en la calle y le dije que por favor inmediatamente me devuelva mis sillones. Él ya tenía dinero en mano en ese momento”, dijo la señora.
La doña fue a la comisaría y consiguió el número de la mamá del adolescente. Le advirtió a la señora que denunciaría a su hijo por el robo de sus sillones y la mamá le dijo: “Está bien, señora, denunciale”.
De la rabia, Lucía advirtió a la mujer que la próxima iba a cintarear a su hijo.
Esa tarde la policía llegó a la casa de Lucía, le entregó sus sillones recuperados y el supuesto ladrón fue presionado a pedir disculpas a la doña.
“Le reté demasiado y le dije que cinto lo que le faltaba. En un momento dado, me dijeron los muchachos (policías): Eru katu, patrona, ha ecintareá ñandeve”, apuntó la denunciante.
Ña Lucía tomó su cinto y aplicó unos cintarazos al muchachito. Creyó que ahí había terminado todo, pero no. Se enteró de que la mamá del adolescente la denunció por maltrato al menor.
“Ella misma me dijo que ya no sabía qué hacer con su hijo, que le hacía pasar vergüenza con todos los vecinos y al final, en vez de poner en regla a su hijo, me denunció porque le cintareé a su hijo. No quise lastimarle, no le hice fuerte”, expresó.
La mujer reconoce que no fue correcto lo que hizo, pero también se siente muy perjudicada por los constantes “pecheos” y robos de los adictos de la zona.