Doña Blanca González relató parte de su tormentosa historia, donde ella terminó en el Buen Pastor, por una injusta denuncia, según aseguró.
Blanca contó a Al Estilo Pelusa que todo comenzó cuando su hijo, su nuera y sus dos nietos fueron a vivir a su casa, que estaba pagando a cuotas.
Los dos años de convivencia no fueron muy fáciles, ya que a la nuera no le gustaba el estilo de vida de la señora. “A mi me gusta farrear, bailar, ponía música y eso a ella le molestaba y siempre discutíamos por eso”, recordó.
En agosto del año pasado, todo se complicó. Un día se fue hasta la pieza que construyeron para preguntar por su hijo y la chica le dijo que no estaba. “Al darme la vuelta ella me agarra el pelo. Pero ella es la que empieza a pedir socorro, ayuda. Así fue que le conocía a Tía Rochi, una guardia cárcel que era del Buen Pastor y era mi vecina había sido, logró separarnos. Ella estaba como testigo, pero no le llamaron a declarar”, comentó.
Lo terrible del caso es que por agresión ella fue a parar a la cárcel. Allí sobrevivió como pudo. “Yo soy claustrofóbica y el lugar era muy pequeño. Después me trasladaron al Pabellón Libertad. Yo conocí el infierno digo luego. Cuando hace calor es un infierno y cuando hace frío es también horrible”, comentó.
Agregó que la alimentación es un privilegio que muy pocas pueden acceder. “La comida es incomible. ‘Poroto kesu rerape’ se comía o fideo kesu. Pero no era comida. El cocido era yrei”, lamentó.
Recordó que “cada muerte de obispo” hay una visita de un médico y lo que sí atienden son las licenciadas de la sanidad, por dolores que se puedan presentar. ¿Menstruar? Toda una odisea también. Aunque llegaban donaciones, todo se terminaba vendiendo y las chicas no tenían de otra que comprar las compresas.
Indicó que en el ínterin se enteró que su hijo, con matufia de la inmobiliaria, logró cambiar de nombre del titular de la casa. “En ese entonces vendí mi otra casa y tenía G. 15.000.000, cuando eso confiaba en mi hijo y le dije para ir a la inmobiliaria para ir a pagar todas las cuotas que me faltaban y después titular. Ahí fue que él aprovechó y cambió de nombre”, indicó.
Ante la consulta de cómo la inmobiliaria pudo cambiar así nomás de titular, ella no supo explicar cómo se realizó, incluso ella demandó a la empresa y las dos sentencias salieron a su favor, que ella sí es la dueña legítima de la casa.
Por orden judicial no puede acercarse a su propia casa. “Por un lado estoy tranquila, porque vivo en la casa de mis hermanos y ellos siguen viviendo en ese lugar”, indicó.
Después de un año está libre, pero su caso fue elevado a juicio oral. Blanca comentó que para su mala suerte, le tocó la misma fiscal a quien años atrás le denunció por no investigar su caso. “Yo tenía un novio y me había roto dos costillas. Pasaron seis meses y ella no investigó nada, por eso le denuncié en la Fiscalía Central y justo mi caso cayó en sus manos, como anillo al dedo, digo yo”, lamentó.