Antonia Beatriz Areco, de Curuguaty, denunció ayer que un chapista se borró con su auto, un Toyota Premio 2002.
En diciembre, un amigo de la señora sufrió un accidente al mando del coche. Llevaron el vehículo al taller de Edelio Domínguez y le confiaron la reparación.
El amigo respondió por los gastos. Por su parte, Antonia pidió al chapista cambiar toda la pintura de su vehículo y renovar la tapicería de los asientos.
En enero, Domínguez le pasó una foto de su móvil. Casi todo estaba listo, solo faltaba instalar los asientos.
Días después el chapista le avisó que estaba mudando su taller porque su alquiler ya era muy caro. Sin embargo, no llegó a enviarle la dirección del nuevo local.
Días después la señora le escribió para girarle una plata, pero él no le contestó. Pasaron las semanas y no había rastros del trabajador.
Un día le contestó: dijo que estaba por el Chaco y que aún no regresaría. La dueña del rodado insistió con llamadas y mensajes, hasta que finalmente él la bloqueó.
La doña lo denunció ayer en una comisaría y lo escrachó en Facebook. Ahí se enteró de que varias personas fueron estafadas por el mismo señor. “Le pagamos casi G. 10 millones. Además mi auto tenía costosos equipos de sonido. Eso y todo llevó”, lamentó Antonia.
La denunciante perdió su principal herramienta de trabajo. Recorría en su coche vendiendo ropas y zapatos, ahora lo hace a pie. “Vendí un terreno para comprar al contado para mi auto. Ahora también tengo que pagar transporte escolar. Mi pérdida es muy grande”, apuntó Areco.