Como casi todos los días, don Pablo Otazo Cristaldo (71) salió de su rancho a buscar leña en un monte, sin imaginar que pronto se vería cara a cara con la muerte al ser mordido por una venenosa yarará.
Gracias a que el señor fue auxiliado a toda bala a un hospital, donde por suerte tenían el antídoto, sobrevivió para contar la historia.
Era como las 1 de la siesta del lunes, cuando el abuelo se metió a un yuyal de la compañía Irala, de San José de los Arroyos, en el departamento de Cordillera.
Caminó unos pasos y sintió como una puntada en su pie izquierdo. El hombre primero pensó que había pisado una astilla o espina, pero al mirar sus pies se dio cuenta de que no tenía nada clavado por él.
En segundos, el dolor era demasiado fuerte; salió de nuevo al camino y se fue hacia su casa.
“Pasó como un minuto de haber sentido el pinchazo y su vista ya se le nubló”, según dijo ayer a EXTRA María Mercedes Paredes, nieta del anciano agricultor. Ella acompaña al señor en el hospital de Lacimet, de la capital, donde está internado.
Casi perdió la vista
Don Pablo, aparte de comenzar a perder la vista, sentía dolores cada vez más fuertes y comenzaba a tener calambres. Allí ya pilló que una víbora lo había mordido.
Como pudo, llegó a la casa de su hermano, a quien le contó lo que había pasado. Enseguida ambos hombres subieron a una moto y comenzaron a recorrer los 5 kilómetros que separan al hospital local del lugar donde el abuelo fue atacado.
Para cuando don Pablo llegó al hospital, su pie estaba hinchado como una pelota, según contó su nieta.
“Los doctores enseguida le pusieron 10 inyecciones de antídotos y así le salvaron la vida, fue una suerte increíble que hayan tenido los remedios”, agregó María.
Según la chica, los doctores operaron al abuelo, drenaron los líquidos y ahora tratan de salvarle la pierna, ya que tiene enfermedades de base.
Quemaron la zona
Los vecinos y parientes del abuelo ayer decidieron limpiar la zona para tratar “de hacer correr” a la venenosa serpiente.
Es que uno de los mayores miedos que tenían, según dijo María, es que los niños de la zona sean atacados por el bicho.
Por eso, comenzaron a incendiar los pastizales y, para su sorpresa, así lograron agarrar al menos 3 ejemplares de yarará, para luego soltarlas en otro lado.
El señor necesita 5 donantes de sangre y para cualquier ayuda se puede llamar al (0984) 577-059.