Unos 15 km al sur de Villalbín, en Costa Paraná (Ñeembucú), vive don Cosme Damián López con su señora y sus hijos. Es pescador, agricultor, apicultor, zapatero y, en sus ratos libres, músico. Por si fuera poco, también es un estudiante dedicado y responsable.
Don Cosme está terminando el cuarto y último cuatrimestre del bachillerato, a través del programa de educación permanente del MEC, y tiene a la mejor compañera: la patrona, María Magdalena Saucedo. Juntos se levantan antes que el sol y se disponen a trabajar cada uno en sus cosas, hasta las 10:00 de la mañana. A esa hora deben salir para llegar al Centro de Recursos Nº 99, en el centro de Villalbín, ya que hacen todo el recorrido a pie: unos 30 km entre ida y vuelta. Vuelven a su casa entre las 20:00 y las 21:00. Casi no tienen descanso.
Todo se inició hace 12 años, cuando don Cosme conoció al profesor Agustín Vázquez. Se hicieron amigos y le prometió que alguna vez iba a terminar su bachillerato, ya que entonces el programa de adultos solo llegaba hasta la Escolar Básica.
Recuerda muy bien lo que le dijo al docente: “Tengo una meta, profesor: terminar mi bachiller de adulto; me gusta, pero soy pobre y no tengo la posibilidad de ir a Villalbín”. Cuando se abrió el Nivel Medio para adultos, le dijo a su esposa: “Pongámonos de acuerdo y terminemos el colegio, tenemos que mejorar nuestra calidad de vida”; así retomaron sus estudios.
Lo único malo es la falta de apoyo de las autoridades, dice, porque los que viven más lejos tuvieron que desertar por la falta de transporte y de caminos; solo tres culminarán este año.