Su último viaje lo hizo al volante del colectivo que lo acompañó por años. Días de calor, de lluvia, de frío. Ahí estaba él, puntual, firme, cumpliendo su recorrido en la Línea 12. Ayer, don Marcial Rojas colgó el uniforme. Se jubiló. Pero antes de apagar el motor por última vez, sus compañeros le prepararon una despedida que difícilmente va a olvidar.
Lo esperaron al costado del camino. A medida que se acercaba, ya podían verse las manos alzadas, los aplausos, los gritos cargados de emoción. Era su gente, la misma con la que compartió tantas jornadas, dándole las gracias. En la empresa, su jefe le habló con el corazón: le dijo que ahora le tocaba descansar, estar con su familia, disfrutar de lo bueno que tiene la vida, sin preocuparse por horarios ni recorridos.
En redes sociales, la empresa Magno también le dedicó unas palabras, recordando su historia marcada por la responsabilidad y los miles de kilómetros recorridos con orgullo. Y entre tantos mensajes de cariño, hubo uno que emocionó a todos.
Francisco, un pasajero de aquellos años, contó que una vez, siendo apenas un adolescente, se perdió al tomar el colectivo equivocado. Don Marcial no lo dejó a la deriva: lo acompañó hasta la ruta para que pudiera volver a su casa sano y salvo. Ese gesto no se le borró nunca.