No existen barreras insuperables, cuando las ganas mueven un sueño. María Elena Centurión es una docente jubilada que cumplió su anhelado deseo de ser abogada a los 67 años.
En medio de sus obligaciones como mamá, abuela y esposa, le llevó el doble del tiempo normal en graduarse, pero lo logró. Fueron ocho años de mucho sacrificio. En el año 2011 obtuvo su diploma en la Universidad de Lomas, el cual pudo costear al igual que sus cuotas y otros gastos, con la pensión jubilatoria.
Un sueño, pocos recursos
María Elena quiso estudiar abogacía desde que tiene uso de razón, pero sus padres no tenían dinero para ayudarla a pagar una universidad. Así que se amoldó a sus posibilidades de estudiar para ser docente en su natal Corrientes.
“No había otra cosa y en mi casa teníamos que ayudar para traer la comida de cada día. Además, mi papá me decía que tenía que ir al pueblo a estudiar para luego poder asistir a la universidad”, explicó. Agregó que la docencia tampoco le disgustó y que adora a los niños.
Ya jubilada, con cinco nietos y sus hijos independientes, decidió anotarse en la universidad e ir tras su sueño, con 59 años. Hoy día recuerda que hacía un largo viaje en colectivo para llegar a clases y que nunca tuvo problemas con sus compañeros jóvenes. Montó su propio estudio jurídico en la ciudad de Avellaneda, donde brinda servicios profesionales relacionados a las cuestiones de viviendas, escrituras y sucesiones.
Planea iniciar un posgrado el próximo año.