“AYÚDENME, NO SÉ DÓNDE ESTÁ MI MUJER”, DIJO
Llamó a la policía porque pensó que se había caído.
DÍA PERFECTO
La ocasión era ideal para disfrutar en su moto, pero Walter Galo se dio cuenta que algo faltaba: en el asiento trasero no estaba su esposa. Pensando lo peor, llamó a la policía, pero la realidad era otra: la había olvidado en su última parada.
Walter Galo (59), de Bardassano, cerca de Turín, al norte de Italia, es empleado de Correos.
Él y su mujer Raffaela (58) son apasionados de la moto y estaban recorriendo el Piamonte, gozando de su bello paisaje.
EL VIENTO EN LA CARA
Pararon en un pequeño pueblo a comer.
Luego, Walter decidió seguir el camino, aprovechando el magnífico día.
Unos 40 kilómetros más adelante decidió parar y ahí se dio cuenta de algo terrible: Raffaela no estaba en el asiento trasero.
Se desesperó, pensó que su esposa se había caído y llamó a la policía.
“La llamo, pero su teléfono está en la moto”, expresó el angustiado hombre.
Los policías se hacen eco de la preocupación y dan la señal de alarma correpondiente en estos casos.
LA REALIDAD ERA OTRA
Pero la realidad era otra: Walter había dejado “plantada” a su esposa en el lugar donde almorzaron.
Ella, enfurecida, finalmente consiguió alguien que le prestara el teléfono para llamar al olvidadizo.
“Me dejaste tirada, desgraciado, vení a buscarme, cretino”, bramó en el teléfono.
Volando, Walter hizo los 40 kilómetros de retorno, donde su esposa lo esperaba con cara de pocos amigos.
UN FINAL FELIZ
“Me dijo de todo”, afirma Galo, “fue como cuando un padre se olvida al hijo”.
Raffaela se descargó por un largo rato y le aseguró que jamás volvería a subir en su biciclo.
Luego de unas cuantas horas de enojo (por parte de Raffaela) y disculpas (por parte de Walter) volvieron a su casa, en su amada moto.