
Comenzaron los cambios en la nueva administración de la ciudad de Barcelona. Una de las primeras medidas fue sacar el busto del rey Juan Carlos, que estaba del salón de plenos del ayuntamiento.
Gerardo Pisarello, el segundo de la administración de la ciudad, justificó la medida diciendo que Juan Carlos abdicó y ya no desempeña la Jefatura de Estado y por tanto el busto genera una “anomalía”.
“Anomalía democrática”
Las declaraciones fueron más allá, diciendo que “la monarquía es una institución constitucional pero también comporta cierta anomalía democrática pues es una institución no electiva e históricamente estuvo vinculada a privilegios y opacidades impropias del siglo XXI”.
Estas declaraciones se inscriben en otras actuaciones esperadas, como la retirada de más símbolos de la monarquía. Los cambios incluirán seguramente muchas modificaciones en los nombres de las calles, entre los cuales hay muchos que aluden a la realeza española. Irónicamente, Ada Colau, la alcaldesa, se reunía el mismo día con el rey actual, Felipe VI, heredero de la desprestigiada corona.