
La “droga de los yihadistas”, como se la denomina, suele emplearse oralmente, pero también puede inyectarse. Las jeringuillas encontradas en las 2 habitaciones de hotel en las que se alojaron los terroristas de París antes de los atentados, podrían haber sido utilizadas para preparar los cinturones con explosivos con los que 6 de ellos se inmolaron, pero también podrían haber servido para que se inyectaran Captagon.
Sin dolor, sin miedo
El Captagon, una mezcla de anfetaminas (clorhidrato de fentilina) y cafeína, consumida con otras sustancias inhibe el dolor, la sensación de miedo y la empatía. Da también una sensación de omnipotencia, de ser “el rey del mundo” y anula el cansancio.
Inicialmente fue utilizada por los “chicos bien” del Golfo Pérsico, pero hoy es la droga preferida por los milicianos de la Guerra Santa, especialmente en Siria. Su uso explicaría la actitud de los terroristas, descritos por los supervivientes como tipos fríos que mataban sin pestañear, en total calma, la misma con la que luego se inmolaron con parsimonia volándose por los aires.