La mejor arma que tenemos contra la violencia sexual contra los niños es hablando con nuestros hijos, explicarles la diferencia entre una expresión de cariño y una caricia sexual.
Para esto debemos prepararnos e informarnos todo lo posible sobre el tema, dejando de lado los prejuicios o falsos moralismos que no ayudan a brindar una información preventiva de este delito.
Debemos enseñarles a niños, niñas y adolescentes que el respeto a los adultos no significa que tienen que obedecer ciegamente y que hay secretos que no se deben guardar.
Debemos brindarles educación sexual, teniendo en cuenta lo siguiente:
- escuchar sus dudas sin reírnos o burlarnos, para que ellos siempre quieran contarnos.
- responder de forma serena, sin escándalos.
- responder siempre en un lenguaje adecuado para su edad.
Las consecuencias físicas y psicológicas de un abuso sexual en su desarrollo son terribles: baja autoestima, dolor, vergüenza, culpa, rechazo, pesadillas, insomnio, etc., que pueden prolongarse el resto de su vida.