Entre bullicio y gentío, Estela Hermosa (30) ofrece ropas interiores de todos los colores, con un particular ayudante: San Cayetano, que si bien no tiene más de 15 centímetros, “es bastante poderoso”, según cuenta.
“Mamita, qué busca, qué quiere ¿Bombachitas para vos?”, se le oye decir mientras cuenta a EXTRA que desde joven esa pequeña imagen ha sido un soporte para aguantar la situación económica, pero en tiempos de pandemia la crisis se agudiza. “Hendyete voi (está muy difícil)”, murmura la vendedora del Mercado 4.
La imagen del santo patrono del trabajo y el pan es una herencia de su madre, que desde hace casi una década ponía también al santo entre los productos que iba a vender. La señora falleció hace cuatro años, pero aquella reliquia, su hija sigue firme en seguir conservando, con la confianza plena de que San Cayé es el responsable de sus ventas.
“La gente que se queda a mirar las ropas, le ven al santito y le tocan, se encomiendan, se santiguan y eso. Cuando veo eso, me tranquiliza porque la gente que viene también es humilde y necesitamos de él para nuestro pan de cada día”, explica.
A las habladurías de pasillo, sobre por qué un santo está entre tangas y bombachas, ella hace oído sordo. Prefiere honrarlo en silencio de oración.
“No le hago caso nomás. Algunos dicen que no hay que adorar a estatuas y esas cosas, pero yo no les hago caso, cada uno con su religión y su fe. Le pongo ahí, porque mi mamá le ponía entre las ropas, para ‘que le toque’ y se venda”, asegura Estela.
La crisis económica la tiene preocupada, ya que no junta “ni G. 100.000” diario . Con esa plata debe desayunar, almorzar, merendar, usar el baño, pagar canon, pero aquel importe le “salva el día”.
Toallas y boxers
No todo son bombachitas para las mujeres, aunque es el género que más compra, también cuenta con toallas de clubes, boxers, medias para criaturas y mucho más. Su local está sobre Gaspar Rodríguez de Francia casi Perú.