La alfombra verde se fundía con el rojo y azul que rodeaba aquel maravilloso paisaje.
La vista era impresionante, tanto que logró llevarlo a través del tiempo a un momento inolvidable, aunque esta vez la emoción fue mucho más fuerte y la mezcla de sentimientos no se podían simplemente expresar con palabras.
“Lloré sin tener vergüenza, fue algo grandioso para mi vista”, dijo Narciso Alarcón, el socio vitalicio número 513 de Cerro Porteño, y “culpable” de que la mitad más uno echara lágrimas.
El abuelo protagonizó ayer un conmovedor momento cuando sus familiares lo llevaron a conocer la Nueva Olla.
“Vi ese monstruo de estadio y en comparación con lo que era antes es realmente impresionante, recorrimos todo, ahí adentro, la estructura, las preferencias”, comentó a EXTRA con la voz entrecortada, afectado todavía por la sorpresa.
Cerrista desde la cuna, don Narciso contó que su papá Juan de Dios Alarcón fue socio número 11 y que en aquella época pagaba 5 guaraníes mensuales la cuota en el club.
Varios episodios marcaron su vida de fanatismo, pero hubo uno muy especial. “Estuve al lado del general Pablo Rojas en 1.940 cuando dio la palada inicial del viejo estadio. Además era presidente del comité de cerristas del barrio Iturbe”, recordó el también excoronel de las FF.AA.
Sueño cumplido
A sus 90 años y con los ajetreos de la vida, Alarcón confiesa que ayer su sueño se cumplió.
“Le pedí a mi gente que me lleve antes de... morir, no es lo que quiero decir pero...”, señaló entre risas. La pasión por los colores siempre formó parte de su vida y su fanatismo incluso tiene una anécdota con su lapa.
“Hace 64 años que nos casamos y ella era de Nacional y yo hice que se diera vuelta. Cuando se enamoró de mí, se enamoró también de Cerro”, detalló refiriéndose a Marta Cáceres, su compañera de toda la vida.
Don Narciso pidió a los jóvenes a volver a la antigua costumbre de recorrer los barrios y reclutar fanáticos para alentar.
“Es la mejor manera de amar al Ciclón”, remató.