Bajo una montaña de polvo y telarañas, en una caja estaban guardados los recuerdos más dolorosos de Clara Ocampos. Ella es asuncena, pero ahora vive en Ciudad del Este. En un ajado documento que la registró al nacer está escrito: María Fernanda, la niña que hace 25 años le robaron.
Contó que todos aquellos recuerdos del momento más difícil de su vida volvieron cuando leyó la historia de Katie Fitz en el Diario EXTRA, el martes pasado. “Me remontó a lo que me sucedió, en Paraguay no hay justicia. Alguna vez ella me va a buscar como Katie busca a su mamá”, afirmó con tristeza.
Clara tenía 21 años y esperaba con ansias la llegada de su primera hija. Todo su tratamiento prenatal lo hizo en un sanatorio privado, pero por extrañas cosas de la vida fue a parar en la Cruz Roja Paraguaya para el parto.
“En el momento que iba a nacer mi exsuegra me llevó hasta ahí, yo no podía hacer nada porque ya estaba en trabajo de parto. Yo no quería irme ahí”, dijo, rememorando aquel día que pasó como presintiendo algo malo.
La pesadilla
Las horas pasaron y parecía estar todo bien, hasta que dos días después, luego de un profundo sueño despertó a una pesadilla.
“Nació el 15 de febrero de 1996. En la noche del 17 la enfermera de guardia me pasó para tomar un remedio porque supuestamente mi hemoglobina bajó demasiado y no podían darme de alta así. Me quedé profundamente dormida. Esa madrugada me robaron a mi hija”, relató Clara.
Hizo la denuncia policial y judicial. Refirió que se allanó la casa de una abogada que tenía más de 57 expedientes por adopciones irregulares internacionales y ahí hallaron a una bebé.
“Prácticamente le salvamos la vida, estaba escondida en un cesto de ropas sucias. El juez Pedro Darío Portillo escuchó su llanto, sacó las ropas y le encontró. Como tenía puesta la misma ropita que tenía puesta mi hija, nosotros pensamos que era ella”, continuó Clara.
Pero la investigación nunca avanzó. Incluso, mencionó que un funcionario de la embajada yanki le amenazó por mover el avispero. Resignada ante el nulo avance, ella decidió esperar el tiempo que fuera necesario para saber si aquella niña era su bebita robada.
Le siguió el rastro hasta que cumplió la mayoría de edad y la contactó. “Mi marido logró contactar con ella y empezamos a escribir. Fue hace 4 años, nos hicimos el ADN en Foz y dio negativo”, expresó afirmando que ese resultado fue casi tan doloroso como el robo.
Clara mencionó que la relación con el padre de María Fernanda acabó y ella años después se casó y tuvo un hijo que hoy tiene 16 años, pero todavía mantiene viva la esperanza de encontrar a su niña.
“Era una bebé grande, 67 centímetros, tenía mi color de piel, morenita. Su carita recuerdo hasta hoy día, es algo que nunca se me va a borrar. Hubiéramos sido la familia perfecta si ella estaba”, señaló.
Muchos casos en el hospital
En aquel tiempo, la Cruz Roja estaba en la mira constantemente por este tipo de hechos.
“Me habló mucha gente que me contó que le pasó lo mismo en ese lugar. Entendí que era algo “normal” y que todas las personas que estaban en el juzgado, en la Fiscalía, todos formaban parte de ese esquema”, lamentó, asegurando que espera que su hija la busque para dar con ella.