Por miedo a las versiones de la supuesta aparición del fantasma de Cinthia Carolina Escobar, en las cercanías donde la encontraron muerta, los vecinos limpiaron su nicho ayer.
El cuerpo de Cinthia fue encontrado el 27 de enero del año 2016, en la fracción el Progreso de Villa Hayes. Su cabeza fue hallada un año después y por su crimen fue apresado y condenado a 30 años de cárcel, su expareja, Esteban David Da Silva.
Los lugareños se unieron y dejaron limpito el nicho.
Aparece
Los vecinos de la fracción tienen un grupo de WhatshApp, donde cuentan sus versiones. Al menos dos personas, dijeron que iban en sus motos de noche y que de repente una sombra como de mujer, les salió al paso cuando llegaron al nicho. Ambos aseguraron que se cayeron de sus motos.
Otro hombre comentó que se iba en su auto y que de repente vio por su espejo retrovisor a una persona sentada en el asiento de atrás. “Cuando llegamos a la esquina desapareció”, contó.
COSAS RARAS
La licenciada psicopedagogía, Rossana Guadalupe Veláztiqui, vive cerca de donde está el nicho. La señora contó que no creía en las historias que contaban sus vecinos, pero que cambió de parecer por las cosas raras que comenzaron a pasar en su casa.
“Mi hijo de 5 años le dijo a su tía que había alguien bajo su cama y revisamos, pero no había nada”, dijo. Su sobrino también vio una figura de mujer, y no era nadie.
TERRIBLE MUERTE
Cinthia tuvo una horrible muerte en manos de su aquel entonces esposo. Le clavó en el tórax, en los senos, le quitó su cabeza, colocó en una mochila y tiró.
Esteban tuvo un amigo, un carnicero, quien supuestamente le ayudó en la decapitación, nunca fue detenido.
Algunos chismes en el barrio señalan que el cómplice se volvió loco, vive a orillas del río y de vez en cuando va a llorar al nicho de Cinthia y luego desaparece de la ciudad.
Otro caso extraño en Carayaó
Ña María Torres (69), contó a EXTRA, que vivía en el barrio Nicolás Bo, de la ciudad de Carayaó, en el departamento de Caaguazú.
Ella contó que su hija de 19 años se autoeliminó en el patio de la casa de su novio, que está pegada a su vivienda. Meses después comenzaron los ruidos raros después de las doce de la noche.
“La rondana del pozo no se callaba, había ruidos, y no había nadie”, aseguró. “Por la casa de la suegra de mi hija, se caía piedras por la pared, el techo. Cada noche era así y más cuando iba a llover. Rezamos, pero no hubo caso por eso me mudé a Altos, y la otra familia a Caaguazú”, dijo. La doña contó que su exyerno fue a vivir al monte y que perdió el juicio.