Las lágrimas escaparon de los ojos de Ana de Jesús Ovelar al revelar el momento más triste de su vida.
A sus 66 años, recuerda como si hubiera sido ayer el momento en que desconocidos le robaron de sus brazos a dos de sus hijos, en Concepción, donde supuestamente se instaló una red internacional de tráfico de bebés.
Luis Ramón, de dos meses, y María Isabel, de dos años, fueron subidos a un auto blanco.
“Iba caminando y me estiraron a la nena. Me di la vuelta para saber quién le había llevado y otra persona llevó a mi bebé”, relató la dolida madre.
Fue en diciembre de 1978. Eran la tercera y el cuarto de sus hijos. “Después de seguido parece que Dios me devolvió a mis hijos”, relató la doña que dio a luz a 12 hijos y crió a 10 de ellos.
Mencionó que en 1993 intentaron llevarse a otros dos de sus hijos. Ella frustró el robo. A uno de ellos, incluso rescató con ayuda de sus vecinos.
“Con garrote les perseguimos. Era el mismo coche blanco que le llevó a los otros dos”, aseveró la señora.
La mujer contó que, en aquel tiempo, muchos niños fueron robados de los brazos de sus madres, pero nadie se atrevía a denunciar, pues eran tiempos de la dictadura stronista. “Nosotros investigamos silenciosamente. Me contaron que había un juez de apellido Torrado. ‘Ese es el que está robando a los niños’, me dijeron”, apuntó. Aseguró que eran caudillos colorados de la época.
Aún los espera
Doña Ana señaló que no pierde las esperanzas de volver a ver a sus hijos y que día a día eleva una oración esperando que Dios le cumpla ese anhelo. “Hasta ahora estoy esperando a mis hijos, rezo a Dios todos los días para recuperarlos. Ya es hora que les digan que se les robó de Concepción”, lamentó.
Dijo que pese a ser muy humilde, siempre se desvivió por sus chicos, trabajando humildemente como lavandera. “Éramos pobres pero nunca le hice faltar nada a mis hijos. Les daba de comer bien a mis hijos”, concluyó.
Dolor e impotencia: Migró para escapar de la tristeza
Doña Ana contó a EXTRA que con el paso de los años y la muerte del padre de sus hijos -hace 13 años-, decidió migrar hacia Asunción, donde vive actualmente, para alejarse del dolor que le causaban los recuerdos de su natal ciudad.
“A veces de noche cuando estoy sola me pesa mucho. Estoy llena de sufrimiento. Mis hijos me piden que me vaya a Concepción, pero no puedo irme. No voy a poder estar en el lugar donde me robaron mis hijos”, dijo sollozando.