Pobladores de más de 90 años se reunieron el viernes pasado en torno a un bache en medio de una avenida asfaltada del centro de Filadelfia, Chaco.
Con profunda emoción vieron cómo sacaban del agujero tablones de madera y rondanas que formaban parte del primer pozo de agua dulce de la ciudad.
“Contaron que con carritos a burro cargaban agua para la escuela cuando se hacía todo a mano. Era un pozo situado en medio de la calle”, dijo Enrique Ratzlaff (64), oriundo de la ciudad chaqueña.
Los primeros inmigrantes encontraron esta bajante natural en 1931 gracias a los indígenas enxet que radicaban en esa zona.
Se convirtió en el centro de la ciudad y toda la gente llevaba ahí a sus vacas lecheras, era un lugar de encuentro bastante importante, mencionó.
Inicios
Ratzlaff dijo que el pozo fue cerrado en 1960 porque ya se tenían otras fuentes de agua pero que tuvo importancia durante la Guerra del Chaco.
“El ejército de ese pozo cargaba tambores y llevaba tumbando al hospital que estaba a 400 metros”, indicó el poblador.
Todo empezó cuando los primeros inmigrantes menonitas que llegaron desde Rusia se dieron cuenta de que en el predio del exfortín Trébol donde estaban no había suficiente agua.
Entonces comenzaron a buscar un lugar donde instalar un pequeño motor a vapor que trajeron de Alemania con un aserradero.
Fue así que supieron de una bajante a la que los indígenas llamaban Xapancalbó, que en su idioma significaba la aguada donde hay muchas tortugas.
“La naturaleza lo quiso o a lo mejor Dios, que se descubra”, concluyó con emoción.
Taparán con insignia
El intendente de Filadelfia, Holger Bergen, destacó que a la gran mayoría de las personas de tercera edad, descendientes de los primeros inmigrantes, les impactó mucho. “Rescatamos de ahí algunas maderas que van a ir al museo, después lo taponamos pero vamos a poner una tapa de hierro, de esas similares a las tapas que usa la ANDE con la inscripción de 1931 y al costado del camino, vamos a poner un monolito”, dijo el jefe comunal.
Otros tiempos
“Mis abuelos iban al pozo a quitar agua para regar las plantas y dar de beber a los animales. Abastecía a toda la ciudad. Sabíamos que existía pero no sabíamos dónde. Tal vez para los primeros pobladores es algo muy emocionante pero nosotros ya tenemos otra vivencia”, dijo Claudia González, pobladora.