04 mar. 2025

Angelito se volvió un verdadero horticultor

El exjugador se plagueó hasta por el contrabando.

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El exjugador de la Albirroja, Olimpia, Guaraní y otros mostró ser un experto carneando gallinas. Foto: Facebook

Ocurrente, espontáneo y sencillo. Quienes lo conocen saben que él no le teme a los desafíos y está acostumbrado a ser un todo terreno siempre.

El interminable Ángel Ortiz se reinventó como muchos en esta cuarentena y contó en qué anda invirtiendo su tiempo.

“Para mí no hay pandemia, estoy trabajando a full, alquilé un terreno y estoy plantando locote, tomate lechuga y perejil”, reveló en contacto con Fútbol a lo Grande.

Como todo buen horticultor analizó bien la situación y decidió no meterse en el negocio de su ciudad natal. “La frutilla esta muy cara, lleva mucho trabajo por eso no me dedico a eso”, explicó el aregüeño.

Ortiz se quejó además del eterno problema que tienen los que se dedican a este rubro. “El contrabando nos está matando, uno se rompe y te mata las verduras que meten de contrabando”, expresó.

Por otro lado, dijo que tras meterse de lleno en su huerta dejó de seguir un poco todo lo que se refiere al balompié.

“Ahora estoy desconectado del fútbol, prendés la tele y todo es pandemia”, mencionó.

Tercer tiempo

Sin embargo, confesó que tiene un tremendo techaga’u por el encuentro con los muchachos. “Pero ojalá que vuelva pronto el fútbol y el tercer tiempo también”, dijo entre risas. Pero es consciente de que con eso no se debe joder.

“No hay que abusar del tercer tiempo o sino nos quedamos sin permiso”, aseguró. Ortiz no pudo evitar recordar en ese momento sus altas farras siendo un jugador de élite. “La Cubana, Faces, Veracruz, ahí me iba después de los partidos, pero era el primero en llegar a la práctica, siempre responsable”, aseguró.

Lo trataron de gordo

Ángel recordó que tuvo un encuentro no muy grato con el técnico de Guaraní. “El profe Costas me dijo que estaba gordo cuando vino aquí en Areguá y eso me molestó y ahora estoy fino de nuevo”, contó.

Aunque admite que siempre nomás luego fue comilón ya que rememoró cómo hacía para llevar al estómago eso que más le gustaba. “Yo le jodía a la nutricionista, llevaba en mi bolsón sándwich o lomito y en la concentración le metía”, confesó sin culpa alguna y entre risas.