En Pedro Juan Caballero es asueto distrital para participar de la celebración religiosa más popular de la ciudad, y es que es su santa patrona: Perpetuo Socorro, con un ritual especialmente preparado hace seis meses, tras muchos años de tradición.
José Quevedo es uno de los tres coordinadores del evento más grande la terraza del país. Contó a EXTRA que más de 1.000 personas estuvieron involucradas para la realización de la alfombra más larga para honrar a María.
“300 metros lo hace el colegio Rosenstiel, que hace más de 24 años celebra de esta manera el Día del Perpetuo Socorro. Pero hace cuatro años, voluntarios nos unimos a completar los 1.200 metros de arte sacro en la principal calle de la ciudad”, explicó.
Agregó que cada año, en enero se realiza la primera reunión para ver las técnicas que serán utilizadas para lograr en las alfombras homogeneidad. “Este año se eligió símil mosaico y brital. Se realiza con materiales reciclados, con un velo viejo, con retazos de encajes y telas, tapitas, sobre la arpillera”, detalló Quevedo.
Como Pedro Juan es una zona fronteriza con el Brasil “tomaron prestado” la forma de celebrar el ritual de Corpus Cristi, que se realiza con pétalos de rosas, ellos lo hacen el día de Perpetuo con telas y papel.
Este año, las 12 cuadras que se realizará la procesión tiene un sello especial, pues voluntarios de Encarnación, Luque, Misiones y otros puntos del país, colaboraron con la elaboración de un tapete.
Ritual sagrado
Quevedo explicó que durante la procesión, que iniciará a las 15:00, hasta la 17:00, los representantes de cada grupo religioso, como del catecumenado, grupos juveniles, entre otros, toma en andas la imagen para peregrinar cada cuadra.
“Solamente los que fueron elegidos pisan el tapete, la feligresía acompaña a los costados. Es una actividad muy hermosa. Acompaña un coro”, indicó.
ORACIÓN
Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro! Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a vos; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme. Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendecidme y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí, y salvadme.