El destino no había sido muy generoso con él. Cuando Gustavo Cristaldo apenas tenía cuatro años, le aplicaron una vacuna vencida que le produjo una infección grave.
Como consecuencia de aquel episodio tuvieron que amputarle las dos piernas. Por su corta edad no dimensionó lo que había ocurrido, pero con el paso de los años supo afrontar su condición y vencer las barreras de lo imposible.
Esta es la conmovedora historia del joven hernandariense que brilla en los torneos de piki vóley a pesar de no contar con sus dos miembros inferiores.
La habilidad y destreza con la que se maneja bajo las redes lo convirtieron en uno de los mejores levantadores del barrio San Miguel.
“Mis amigos vienen a buscarme en moto y ya me llevan. Jugamos casi todos los días”, comentó Gustavo.
Un grupo de aficionados que fueron hasta la cancha se quedaron con la boca abierta cuando lo vieron entrar y se pusieron a grabar sus partidos.Allí se lo ve recuperando pelotas casi desde el piso.
“No sé cómo explicarte”, fue la respuesta a la pregunta de cómo desarrolló ese talento. Nuestro protagonista utiliza guantes que lo ayudan a no lastimarse las manos, ya que son ellas las que le sirven de sostén y a la vez para asistir a sus compañeros de equipo.
Medio de vida
El esteño contó además que prácticamente se dedica a participar de los torneos. “Apostamos G. 100 o 200 mil por partido.
A veces gano y otras veces pierdo”, explicó.Cristaldo cuenta con su propio equipo y acostumbra a jugar al menos 7 u 8 partidos en un día.
A pesar de no tener piernas, Gustavo le sonríe a la vida, haciendo lo que más ama, y demuestra una vez más que los límites solo están en la mente.