
El estadio Olímpico de Atahualpa, en Quito, fue el epicentro de una magnífica noche de Copa Libertadores, donde el noble y sacrificado Independiente del Valle rescató un empate en el epílogo de la primera final del certamen, ante un Atlético Nacional de Medellín que volvió a demostrar un gran nivel futbolístico.
El local evidenció muchos problemas en la primera parte del juego y a los 35 minutos recibió un baldazo de agua fría. El verdolaga Orlando Berrío, recordado por su expulsión ante Rosario Central luego de gritar el tanto de la clasificación en la cara del arquero rival, sacó un truco de la galera y sentenció al portero paraguayo, Librado Azcona, con un sablazo.
Los ecuatorianos sacaron su amor propio y consiguieron la paridad a los 86 minutos, gracias a su zaguero central, Arturo Mina. Independiente del Valle incluso rondó la remontada un poco después. No obstante, el empate no es tan malo, atendiendo que no hay diferencia de goles en esta instancia.
El nuevo monarca de América saldrá del duelo del próximo miércoles en el Atanasio Girardot, en Medellín. Lo llamativo de ayer fue, que horas antes de la final, el equipo B de Independiente del Valle perdió 5-2 ante El Nacional, por la liga ecuatoriana.