Ramona Meza duerme con un ojo abierto por miedo a que el techo de su pieza caiga sobre sus hijos.
La señora, del barrio Caaguazú, de la ciudad de Ñemby, lleva ocho meses de quebranto porque el árbol de su vecino está destruyendo su casita.
“En julio del 2023 mi papá fue a hablar con el vecino porque el aguacate del árbol estaba rompiendo todas nuestras tejas. Tuve que cambiar más de 28 tejas”, dijo.
Pasaron los meses y la situación se agravó. Las ramas del árbol de aguacate se hicieron más frondosas y gran parte quedó sobre la casa de Ramona.
“El vecino nos dijo que no tenía el dinero (para mandar podar) y que era muy pesado para subir al árbol y cortarlo él mismo”, indicó la afectada.
Los días de lluvia Ramona sufre mucho más porque el agua se filtra por todos lados.
Por si fuera poco, el árbol tiene kupi´i y ya está afectando a su casa.
Cansada de no poder razonar con su vecino, la señora acudió a la dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad. “Cuando me traigas el papel voy a mandar podar, me dijo el vecino. Los funcionarios fueron y salió una orden para que el árbol sea podado, pero los vecinos nunca cumplieron”, lamentó.
Ramona fue nuevamente a hablar con los dueños del árbol y les ofreció hacerse cargo.
Parecía que habían llegado a un acuerdo. Cuando los obreros fueron a realizar el trabajo, los vecinos no les permitieron entrar a su propiedad.
La señora acudió esta vez al Juzgado de faltas.
“Otra vez fueron funcionarios a hablar con él y cuando por fin quedaron en podar un sábado, los trabajadores no llegaron”, apuntó.
La señora ya no sabe a quién acudir. “En la Municipalidad me dijeron que si pasa algo grave inicie una demanda. No puedo esperar eso”, lamentó.