
“Es literalmente como nacer de nuevo, física y mentalmente. Realmente significa todo para mí, me salvó la vida. Creo que representa lo que debería significar una amistad”, dijo Philipp Wenger (27), un paciente trasplantado que recibió el riñón de su mejor amigo, Francisco Delvalle (26), en mayo pasado.
Philipp fue diagnosticado con insuficiencia renal crónica hace poco más de un año, por lo que padeció días de tratamientos rigurosos de diálisis. Esta situación no le fue indiferente a su amigo de hace más de seis años, Fran. “No dudé un solo segundo. Ya no lo podía verlo sufrir con eso”, admitió Delvalle, quien lamentó que en nuestro país no se permita la donación de órganos a los que no están emparentados, según la Ley 1246/98. Por ello, tuvieron que viajar a Suiza.
En las buenas y malas
Ambos expresaron que siempre fueron dos amigos muy unidos y que en los momentos más difíciles siempre se apoyaron. “Si antes éramos mejores amigos, ahora nos une algo más que ese sentimiento”, señaló Fran entre risas. Philipp afirmó que, el gesto que su “cuate” tuvo con él no se observa todos los días, por lo que considera que es un privilegio encontrar personas así.
“Nunca le pedí a Fran que me done su riñón, él se ofreció y nunca me pidió nada a cambio. Eso que fue un proceso de meses de estudios, la operación en sí no es para nada agradable y tampoco la recuperación. Además, debe cuidarse de por vida por tener un solo riñón”, reconoció Wenger, un día antes de celebrarse el Día del Amigo.