
“‘Quiero verte muerta, ¿por qué no te morís de una vez?’, me decía mi hija. Yo solo le respondía: ‘Gracias por quererme tanto’. Después de todo lo que pasé, prefiero estar en un hogar de ancianos. Ya no pido felicidad, con estar tranquila me conformo”. Este es parte del relato de Ana Martínez, de 94 años.
La mujer, cansada de los maltratos físicos y verbales de sus dos hijos, el martes por la noche ideó un plan para escapar de ambos. Inventó la historia de que su celular estaba descompuesto y le pidió a su sobrina que la llevara a un local, en Lambaré, para repararlo.
“Por más que hace años no me sacan ni a pasear, yo recordaba dónde queda la comisaría. Le dije que el local de reparación quedaba a unas cuadras. Mi hija estaba borracha y se escondió hacia el asiento trasero del auto para espiarnos”, contó. Cuando pasaron frente a la comisaría, le pidió a su sobrina que se detuviera y pidió ayuda a un agente. El oficial la hizo bajar, ante su insistencia de hablar con el jefe de la dependencia policial.
Maltrato
“Ellos se acuerdan de mí solo a fin de mes. Usan toda la plata que cobro. Compran de todo, pero a mí no me dejan nada. Construí una linda casa, tiene todas las comodidades, pero ellos me tiraron en una piecita. Cuando me castigaban, me dejaban todo un día con el pañal sucio”, lamentó la abuela.
Codicia
De joven vendía ropas europeas, viajaba en busca de prendas finas que en Paraguay no se conseguían. Ña Ana recordó su vida de viajera con añoranzas y admitió que nunca imaginó que sus hijos “serían tan malos y codiciosos”.
Gaspar Mereles, jefe de la Comisaría 4ª, Central, la recibió en su oficina y la escuchó atentamente. “No dudé de su palabra porque sus familiares no bajaron con ella, la abandonaron en la comisaría”, aseguró. Por mera coincidencia, el intendente Armando Gómez visitó la dependencia policial y conoció su historia. La Dirección de Desarrollo Humano y Social se encargó de cobijarla en el Hogar de Ancianos “Mica”.
La Policía y la Fiscalía acudieron a su casa. Hallaron a la hija, Sandra Ulke Martínez, y a la empleada, en estado de ebriedad. La familiar fue imputada por violación del deber del cuidado a ancianos discapacitados. Ana Martínez (94) dijo estar a gusto en el hogar de ancianos porque allí sí la tratan muy bien.