En bici. La mini carroza está llena de flores naturales. Juan Ángel y sus tres hermanos se turnan para cumplir al pie de la letra el pedido de la Virgen peregrina.
Radiante y llena de gracia se acercó lentamente la Virgen de Caacupé hasta Juan Ángel Yegros (28). Con su larga cabellera y una tierna sonrisa traía esperanzas para su humilde familia de Ciudad del Este.
Hace 14 años, la patrona del Paraguay le apareció en sueños y encomendó una tarea.
“Estaba llena de luz, me dijo que quería que le haga una carroza y que le ayude a peregrinar”, mencionó el devoto.
Cuando el muchacho corrió a contar a sus parientes, un hermano suyo se adelantó y narró el mismo sueño. Tanto fue el asombro que, luego de un aterrador silencio, los miembros del hogar rebosaron de alegría. “Entendimos que era una gran misión y que fuimos los elegidos”, expresó Juan.
Yegros y su gente empezaron a construir lo que sería el nicho de la “Virgencita viajera”, como decidieron llamarla.
Pero el milagro no terminó allí. A doña Antonia Hermosilla, de Hernandarias, al parecer, la doncella también le encomendó algo. “Cuando fuimos a buscar la imagen que colocaríamos en la carroza ella ya nos estaba esperando y nos regaló la escultura. ‘Aquí está lo que ustedes buscan’ nos dijo, y se marchó’, relató el peregrino.
Adhirieron el nicho a una bicicleta, la llenaron de flores naturales y empezaron la travesía. “Ella es la Virgen peregrina y nosotros somos sus custodios”, expresó emocionado.
No faltó a su promesa
Juan Ángel se encargaba del monitoreo de seguridad en una empresa, pero tuvo que dejar su empleo para venir hasta la capital espiritual. “No me dieron permiso, entonces renuncié. Prefiero dejar mi trabajo que fallarle a mi Virgencita”, añadió el joven, quien aseguró que mientras le queden fuerzas la seguirá llevando.
Los Yegros, desde la aparición, tienen el corazón repleto de dicha gracias a la misión que, según ellos, les cambió la vida.
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