
Con las rodillas raspadas, las piernas lastimadas, sudando y con los ojos llorosos, Ángel Arrúa llegó hasta la basílica de Caacupé, luego de haber peregrinado de rodillas 21 kilómetros, con su hija de 8 años en los brazos. A pesar del cansancio y el dolor, tras haber partido desde Barrero Grande, Ángel continuó hasta estar frente a la imagen de la Virgen de Caacupé, para darle las gracias por el milagro que recibió hace siete meses: regresar a su país.
Hace 3 años, el hombre había dejado a su familia para viajar a la Argentina, por la difícil situación económica. Pero no pudo contra la añoranza, por lo que deseó volver. “Me encomendé a la Virgencita para volver. A mi hija casi no la vi crecer, ahora ya tiene ocho años”, señaló.
Cumplió con la Virgen
El padre de familia prometió a la Madre Santa que si lo ayudaba a regresar a su pueblo, junto a su esposa y su hija, iría arrodillado a darle las gracias, y lo cumplió. Cuando se sentía muy cansado, paraba y retomaba el camino a pie. “Vine de rodillas, pero cuando ya no aguantaba, me paraba y caminaba de nuevo”, sostuvo.
“Llegué, ya cumplí mi promesa. Solo quería estar con mi familia y que ellos estén bien y sanos. Ahora me están esperando en casa”, finalizó el peregrino.
Otros promeseros
Pastora Cáceres (64) y Curina Echauri (56) llegaron desde la compañía Agua´i, de la ciudad de Carapeguá. Las mujeres entraron arrodilladas a la basílica. Indicaron que este tipo de peregrinación es una tradición y una humilde forma del cristiano para expresar su fe.