Tocar timbre de casas desconocidas para luego huir ya no solo podría tratarse de una broma de niños sino un nuevo modo de robo de los delincuentes.
Luis Claudio Sosa Tindel (32) fue detenido el lunes, en Quiindy (Paraguarí), luego de ser acusado por una familia de robarles con este modus operandi.
Otro método es hacerse pasar por vendedores
El comisario Marcelino Espinoza, jefe de Investigaciones de Central, contó a EXTRA que el hombre tocó los timbres de las puertas de toda una cuadra para comprobar si había alguien en las casas.
En el domicilio de la familia afectada pilló que no había nadie, entonces abrió el portón y la puerta con una llave maestra, entró y vació la vivienda en menos de10 minutos.
“En un video se observa cuando tocaba varias veces el timbre. Eso solo fue para comprobar si la casa estaba sin gente, nadie le atendió, le dio una vuelta a la manzana y volvió ya decidido. Entró a robar varios objetos de valor”, detalló el uniformado.
El hoy detenido forma parte de una banda de ladrones “toca-timbres” que aqueja a varias familias del departamento Central, dijo el policía.
Muchas denuncias
Espinoza señaló que esta no es la primera denuncia que recibe de esta nueva estrategia de robo.
“Ya intervenimos muchos casos parecidos a este, pero hay que aceptar que la cuarentena ayudó un poco a que disminuyeran este tipo de robos domiciliarios, porque mucha gente se queda más en casa”, mencionó el agente.
Espinoza agregó que otro nuevo método de asalto y robo domiciliario es que los malvivientes se hacen pasar por carteros, yuyeros, fruteros, chiperos, heladeros y otros vendedores ambulantes para tocar el timbre y supuestamente ofrecer sus productos.
“En realidad la intención es pillar si en la casa hay alguien para entrar tranquilamente”, advirtió el uniformado.
Avisó, por último, que no solo hombres se dedican a robar de esta forma, también hay ladronas, muchas de ellas ya doñas o abuelitas.
Estrategia
Estudian las casas y timbres de cada barrio
El comisario Espinoza mencionó que la banda de ladrones realiza todo un trabajo de “inteligencia criminal” para entrar a las casas de sus víctimas. Averiguaban el horario que normalmente no están los propietarios y qué suelen comprar de vendedores de la calle.