
Don Carlos González es oriundo de Mbocayaty del Guairá, aunque la mayor parte de su vida la pasó en Colonia Independencia. Unos años atrás le diagnosticaron problemas renales, con complicaciones propias de la diabetes.
En Asunción se encontraba Diego Brizuela, su hijo. Desde pequeño, él se crió con su abuela materna, ya que sus padres no se hicieron cargo. “En mi infancia pasé muchas cosas difíciles, me crié sin papá y sin mamá. Yo a él no le conocía. Cuando tenía entre 10 y 12 años me decían que tenía un papá. Una vez me mostraron quién era, pero nunca conviví con él”, recordó Diego en conversación con “Invisibles”, transmitido por la RPC.
Reencuentro
“Me di cuenta de que la vida es tan corta que cuando uno tiene la oportunidad de hacer algo por alguien, lo debe hacer” reflexionó. Un día lluvioso subió al micro y fue a visitar a su papá que estaba internado en el hospital. Don Carlos le contó que debía hacerse un trasplante y que para él la diálisis era una muerte lenta.
Diego no dudó en decirle que le donaría uno de sus riñones. Pero su papá no le creyó, hasta que 15 días después iniciaron los trámites. “‘Papá, vamos a irnos al quirófano, todo va a salir bien’, me dijo y me abrazó. Me aseguró que hacía eso por amor”, recordó don Carlos.
“Vos me diste la vida y ahora te la doy yo”, dijo Brizuela a su papá y don Carlos no aguantó el llanto. La operación fue exitosa. La familia se agrandó: Diego conoció a sus hermanos y, su pequeño hijo, a su abuelo.