
El Judas Kái es una de las tradiciones más pintorescas de San Juan, que se celebra cada 24 de junio en nuestro país. Por su gran convocatoria popular ya los muñecos se preparan con semanas de anticipación. La gente busca un personaje de cualquier ámbito a quien quiere quemar, simbólicamente.
Para ello hay que comprar un muñeco rellenado con explosivos. Los candidatos más solicitados a ser quemados este año son del contralor Óscar Velázquez, el suboficial Roberto Osorio y el “becado de oro” Joshua Abreu. “Parece que a la gente le caen muy mal”, manifestó David Ortiz, vendedor de “La Luqueñita”.
A quien se vea envuelto en un hecho delictivo marca el rumbo al Judas Kái de la temporada. “Cada año depende de quien sea el corrupto de turno. Estamos acostumbrados”, dijo Ortiz.
Solicitado
Otro personaje solicitado es de Juan Ángel Napout. “Cuando quedamos fuera del Mundial fue uno de los más pedidos. Ahora con el escándalo de la FIFA salió a flote otra vez”, remarcó el fabricante.
El costo de elaboración del Judas Kái es de G. 130.00, pero varía de acuerdo a la cantidad de bombas que quieran introducir. “También depende de los accesorios. Por ejemplo el de la ‘secretaria vip’ cuesta G. 250.000 mil por la peluca.
El de Osorio tiene el mismo precio por el casco, el saco y el bidón de combustible”, refirió Ortíz. Lo máximo que llegaron a pagar fue G. 600 mil por un pedido de rellenar de explosivos un Judas Kái de Calé Galaverna.
El proceso
Para quemar un Judas Kái primero se necesita un esqueleto de madera, bajo los pantalones se atan bombas y trapos. Además, suman alambres que simulan ser brazos y la cabeza es una pelota de fútbol. Todo un arte resulta “quemar” porque hay que saber tirar el querosén. “Queremos que explote desde un comienzo hasta el final para que la gente disfrute. Hay que salpicar con querosén, de la cintura para arriba nomás”.